una (de tantas) de ombliguismo blogueril
Me entero por este post de Javier Muñoz de una nueva lista calixta de los más influyentes de la blogocosa hispana y del contrapunto ácido a la lista .
La cuestión se debatió el pasado 22 de abril en el salón de actos del colegio de abogados de Zaragoza; y la conclusión es que no hubo conclusiones.
La blogocosa es la punta de lanza de la sociedad del conocimiento, de la libertad de expresión, y de la ruptura no gubernamental, «evidement» de la brecha digital; y no hay que rasgarse las vestiduras por la irrupción de «blogs» corporativos, de partidos políticos (incipiente en España), confidenciales y/o periodísticos.
La grandeza de la blogocosa es que aquí cabemos tod@s; que la cultura libre, el pensamiento y las idéas fluyen libremente. Y cuando digo CULTURA LIBRE lo digo con mayúsculas, porque a muy pocos ¿blogueros? se les ocurre prohibir la difusión de sus post’s; quien más y quien menos permite la libre circulación de lo que escribe, fotografía o dibuja; bien sea utilizando la famosa herramienta del marketing usaniano-liberal que son las cecés; bien con una declaración de intenciones copyleft, o bien explicando al curioso lector que la (c) que está al pié de su weblog sólo pretende preservar sus derechos morales…cualquier fórmula es válida para transmitir la vocación de comunidad, de compartir idéas, de afianzar la sociedad del conocimiento; y en este marco no me parece censurable, sino al contrario, muy recomendable, que haya cierto ombliguismo, o cierto autobombo; La blogocosa como un gran organismo vivo compuesto por millones de bitácoras reacciona ante el ninguneo de los medios de comunicación (que ven en la blogocosa una competencia a su modelo de negocio), y ante las entidades gestoras de derechos de autor (que todavía no han sabido incar el diente a este potencial de derechos de explotación, y la incriminan como autora intelectual de la «piratería»).
La blogocosa es, con toda probabilidad – y quizás sin ser plenamente consciente de ello – la precursora de la e-democracia; ese paso de gigante que tiene que dar nuestra sociedad ¿globalizada? en pos de la consecución de los derechos humanos, la libertad de expresión y la igualdad de tod@s.
No, no creo en las «listas más listas», ni en los «blogs más influyentes», pero sí creo en ese organismo vivo que llamamos blogocosa (o blogoesfera) independiente y no mediatizado, y que no tiene nada que ver – aparte la herramienta de «publicación» – con los blogs corporativos, los medios de comunicación «on line», o los autodenominados «confidenciales».
Una cosa es innegable; pese a quien pese hay bitácoras que han sido precursoras y quizás, sólo quizás, dentro de unos años tengan un sitio en la memoria colectiva de una sociedad más libre.