El día después
Conocía los argumentos de Enrique Dans; a pesar de lo cual volvió a sorprenderme la fuerza con la que defiende un «modelo de negocio» sin derechos patrimoniales (me pareció entender que también sin derechos morales) a partir de su propia experiencia; conciso y contundente a la par que prudente; enarbolando con gallardía las teorías de Adam Smith; una brisa de aire fresco entre tanta, y tan sutil, ciencia jurídica (y no precisamente la mía); puso el dedo en la llaga – lástima que el debate fuera después por otros derroteros – en algo que para algunos, entre los que me encuentro, es meridiano; que una cosa es crear arte, y otra – muy distinta – la industria y el negocio.
Me sorprendió (gratamente) Pedro Farré que, de no ser porque me precedió en el uso de la palabra, parecería un converso – de forma súbita – a mi discurso; reafirmando algo que la SGAE lleva apuntando hace algún tiempo: el reconocimiento del derecho a la copia privada en el ámbito digital; con un compromiso de desterrar el término pirata del discurso de la institución a la que representa para referirse a los usuarios.
Me preocupó, no obstante, el ideario que se han marcado, al parecer, los derechohabientes:
1.- La reforma del artículo 16 L.S.S.I.C.E. a fin de responsabilizar a los prestadores de servicios de los contenidos «ilegales»; lo que quebraría – a juicio del resto de la mesa – el sistema de responsabilidad civil tal como lo entendemos desde la tradición romano-germánica.
2.- La autorregulación, mediante un gran pacto entre los derechohabientes, la industria de telecomunicaciones y los creadores de software; pacto que, avanzó, revela un «nuevo modelo de negocio en el que salen unos actores y entran otros».
3.- La educación en las escuelas; para que se explique a nuestros hijos que debe protegerse la propiedad intelectual; que tuvo su contrapunto en el ofrecimiento del profesor del I.E. para educar a los autores.
4.- Profundizar en el desarrollo de los DRM´s; quizás el aspecto que más me preocupó por lo que puede suponer de atentado a la intimidad y a la autodeterminación informativa (derechos que, junto al acceso a la cultura, se encuentran – jerárquicamente – en un nivel superior a los que nuestra Constitución otorga a los derechohabientes).
Pero, sin duda, mi gran descubrimiento fué el autor de «Derechos de autor y nombres de dominio en la era Internet: una visión crítica» Emilio Suñé, que apuntó otros problemas (niña de los ojos de esta bitácora) sobre los que no hubo tiempo de reflexionar; los autores de programas de ordenador y la influencia que sobre dicha normativa ejercía la legislación y jurisprudencia estadounidense; hizo gala de un tono académico, riguroso y conciliador.
Lo cierto es que, ayer, tuve la fortuna de asistir a un debate de «guante blanco» en el que las posturas, de uno y otro «lado» se sucedieron a lomos de argumentos jurídicos, como cabía esperar de la talla de mis compañeros de panel y el marco que nos acogía.
La anécdota, a preguntas del moderador y artífice de la mesa , la confirmación de las conversaciones que la SGAE ha mantenido con creative commons en los últimos meses.
A la hora en que redacto esta entrada contamos ya con la visión de Enrique Dans, Antonio Fumero y Javier Muñoz.
UPDATE 05:11:05: Por algo decía yo que me preocupaban los DRM´s y otras yerbas
Calentito calentito…
Sony retirará tecnología anti-piratería en los discos compactos
http://actualidad.terra.es/ciencia/articulo/sony_retirara_tecnologia_anti-pirateria_discos_590891.htm
Si el jueves leíamos que en California se preparaban a demandar a Sony hoy Sony se baja de la burra (de momento), no hay que ceder un ápice, derechos de autor si pero nunca a costa de nuestra privacidad.
Salud y Fuerza
Completamente de acuerdo Carlosues; vamos por el buen camino, defendiendo derechos fundamentales que afectan – logicamente – a otros derechos; contra eso hasta las multinacionales tienen que ceder.
Gracias por la noticia, no la conocía.