Los hay que todavía no se han enterado
de que, en el siglo XXI, el consumidor tiene la última palabra (qué tiempos aquellos en los que en establecimientos y empresas había un cartel que rezaba: «el cliente siempre tiene la razón») y que las leyes del mercado se están escribiendo en html.
Todavía hay quien piensa que «cuatro frikis» no van a influir en mi todopoderosa-empresa-de-miles-de-millones-de-facturación. Y probablemente sea así; pero del mismo modo que cuando tengo que pasar noche en una ciudad diferente a la mía me guío para buscar hotel en si tienen o no wi-fi, también acostumbro a seguir los consejos del incansable Enrique Dans en la elección del trasporte. Y cuando dice cosas como:
«…/…basándome en mi experiencia, recomendar a todo aquel que me lea que tenga mucho cuidado y que, si puede evitarlo, no utilice los servicios de tu compañía. Tu compañía me ha demostrado que antepone demasiadas cosas al bienestar de sus clientes, y que además, intenta eludir su responsabilidad cuando las cosas salen mal.»
Pués yo le creo y, a mis elecciones, sumaré la de compañía aérea cuando me toque volar; y – aunque se que es dificil – intentaré utilizar los servicios de una que me de ciertas garantías y cierto trato. Por que el boca a boca y la fidelización de los clientes es lo que hace grandes a las empresas; y eso…en «Internés» corre como reguero de pólvora.
Según el nivel de cabreo es posible que el sufrido consumidor haga uso de las herramientas jurídicas – cada vez más potentes – que el legislador comunitario y patrio ha puesto a nuestra disposición…pero ninguna ley tan rápida y eficaz como la ley del mercado y esa, esa está a un click de ratón 😉