El regreso de los asustaviejas
Todos recordamos aquellos culebrones con una protagonista guapa y candorosa y su abuelito de ochenta años en silla de ruedas, y el «malo maloso» amenazando para que les vendan las tierras…o aquellos forajidos del salvaje oeste que asustaban a pobres viudas con el deshaucio por no poder pagar unos intereses abusivos (fuera de todo control legal).
O, en nuestro – siempre en crisis – cine español, esas familias con «ofertas» para vender sus pisos y luego edificar rascacielos…
¿cómo? ¿qué no se acuerdan?
Si hasta los Botejara Alcántara han tenido en sus últimos capítulos un episodio de deshaucio (cómo símbolo más o menos cotidiano de la España de los setenta)!
Internet es como la vida desconectada; con sus genios y sus miserias, con sus ladronzuelos de medio pelo, sus mafias, sus timadores profesionales, sus imperios económicos, sus reinonas, sus folklóricas, sus peones y sus millones de gentes normales que sólo quieren escribir de sus cosas y participar en la conversación para que sus allegados o la posteridad lean sus pensamientos.*
Ha llegado la guerra de los contenidos, y ha entrado a saco, y ha venido para quedarse. Me dirán que son dos supuestos muy distintos, y tendré que darles la razón; pero hay un denominador común en ambos:
La carta conminatoria y la bajada de pantalones.
Ya oigo las excavadoras…
* pongan vds. los enlaces que les plazca, que a mí me da la risa 😉
Tienes razón Pedro, hay quien confunde una simple carta de requerimiento con una sentencia judicial firme, y se deja vencer por el efecto acongojante (‘chilling effect’) de la primera como si se tratase de la segunda…
Y hay quien confunde peras con naranjas o habla de lo que desconoce, puesto que atlantes.org no está cerrado por las amenazas de ese correo, sino que ese correo ha sido el disparador para analizar otra serie de problemas.
Una amenaza de ese tipo no me impresiona (si lo hiciese, hoy en día estaría escondido en una cueva, temblando), pero sí plantea una serie de cuestiones, cuando se supone que a quien quieres beneficiar te habla en esos términos amenazantes, cuando menos indicativos de que algo no va como creías.
Y esa es la única razón para suspender atlantes.org. La necesidad de replantear su funcionamiento, puesto que está claro que los que se supone que deberían ser sus beneficiarios se sienten agraviados.
La amenaza en sí no deja de ser la nota folclórica de una petición hecha con el tacto en el culo.
Si hubieses utilizado términos como hastío o desgana en lugar de bajada de pantalones o efectos acongojantes, te habrías acercado muchísimo más a la realidad.
Te puedo asegurar que he recibido notificaciones mucho más serias que estas, realizadas por abogados (y por tanto, no bravuconadas como esta) y la respuesta no ha sido ni bajada de pantalones ni acongojamiento.
No soy el Robin Hood al que se la sopla la justicia, pero tampoco el acojonado que corre a esconderse a la primera que le hacen «buh!».
Hablando en plata, esa bravuconada, si acaso me ha bajado los pantalones, ha sido únicamente para tocarme las pelotas.
Yo sólo escribo sobre lo que he leído en tu blog, pero está muy bien que hayas venido por aquí a contar tu versión
off topic: lo de los «efectos acongojantes» no es mío, sino de otro que, como tú, se ha pasado por aquí a comentar 😉
Y me parece perfecto que lo hagas, aunque creo que lo que yo trataba de decir en mi blog no es lo que creo que se ha interpretado.
Respecto al offtopic, sé que no es tuyo lo de los efectos acongojantes, pero he aprovechado el «denominador común» 😉 de tu post y el comentario de Javier Muñoz para aclarar el punto a ambos.
Ojalá hubiese llegado al menos un «malo maloso» a ofrecer algo de dinero, así habría sacado al menos algún beneficio de toda esta historia, y podría irme a Marbella con mi maleta de cartón y los Alcántara.
quisiera saver si cynthia regresara con migo