La ley seca
Con la ley seca, como conocerá el amable lector por la abundante literatura y filmografía sobre el particular, nacieron nuevos modelos de negocio consistentes en la fabricación, distribución y venta de alcohol en la clandestinidad; modelos de negocio que sólo se diferenciaban de los que conocemos hoy día por su status de ilegalidad, y donde el distribuidor era – como casi siempre – el mayor beneficiario de la cadena de valor.
El modelo de negocio encontraba su mayor atractivo en la oposición casi generalizada en la sociedad estadounidense de la época a dicha ley, y en la convicción de que el comercio y consumo de alcohol no debía ser penalizado; sin olvidar el atractivo de “lo prohibido”. De tal forma que los empresarios del ramo eran considerados como personas de bien y benefactores de la sociedad.
Junto a estos modelos de negocio que hoy consideramos lícitos y enmarcados en el tráfico mercantil normal del sistema capitalista nacieron, no obstante, otros modelos de negocio que forman parte de la memoria colectiva del mundo occidental, y que adoptaron como patrono gremial a San Valentín.
Estos otros modelos de negocio eran consustanciales, en época de la prohibición, al desenvolvimiento de los primeros (fabricación y ditribución de alcohol), y hay quien ha querido ver paralelismos con la comercialización actual del cannabis y otras sustancias; y llegaron a otorgar a quienes los explotaban un poder excesivo, ilegal en la forma y en el fondo, más perjudicial para la sociedad estadounidense de la época que el negocio lícito del alcohol.
La abolición de la Ley seca trajo consigo la desaparición de aquellos otros modelos de negocio y la normalización, regulación e integración en el tráfico mercantil del modelo de negocio consistente en la producción, distribución y venta de bebidas alcohólicas; hasta el punto que aquellos benefactores de antaño, anclados en la época de la prohibición, dejaron de estar bien vistos por la sociedad de su época y, muchos de ellos terminaron en la carcel y despreciados por sus conciudadanos.
La ley seca todavía pervive en nuestra sociedad red, y algunos pioneros que trataron de abolirla se han visto obligados a dar marcha atrás. Nadie dijo que sería sencillo, pero habrá un día en que los internautas rechazaremos los otros modelos de negocio nacidos al amparo de la prohibición y manifestaremos nuestro profundo desprecio por quienes se aferran al lucro insolidario de la Ley seca.