Rectificar es de sabios
Con molesta frecuencia descubrimos que nuestra aseguradora – de hogar, de vida, de automóvil – maneja nuestros datos personales con cierta….«alegría»; lo que se hace especialmente preocupante cuando no es nuestra aseguradora sino la aseguradora del vehículo contrario quien dispone de nuestros datos; datos de salud obtenidos por el perito médico que amablemente , y a sueldo (por llamar de alguna manera al precario estipendio que perciben los profesionales de la medicina de las aseguradoras) de la compañía de seguros del vehículo causante de las lesiones que padecemos, recaba en las visitas periódicas que se siguen tras un accidente de circulación.
Estos datos, así obtenidos, están sujetos desde en el momento de su recogida, a la L.O.P.D.; lo que significa que el amable y desinteresado galeno debe recabar nuestro consentimiento (vamos, que podemos negarnos a la inclusión de dichos datos en un fichero titularidad de un tercero) y debe informarnos de nuestro derechos de acceso, rectificación y cancelación y, por tratarse de datos de salud, requieren el sometimiento del fichero en que se integren al nivel de seguridad alto.
Si, a pesar de no ser informados de nuestro derecho de acceso, hemos consentido en las visitas médicas y, en un segundo momento, decidimos ejercitar ese derecho la compañía de seguros viene obligada a entregarnos el informe médico elaborado, dado que son nuestros datos. No lo entendió así esta compañía de seguros que «por error burocrático» desoyó una solicitud, lo que determinó la apertura del correspondiente procedimiento de tutela de derechos, que terminó en Resolución estimatoria a efectos formales.
Rectificar es de sabios y, en esta ocasión, la compañía de seguros ha salido bien parada.