Hasta ahí podíamos llegar!
He leído en CARLOSUES – Desenredando la red la carta que la » Sociedad General » ha remitido a uno de los que le paga religiosamente el impuesto. Me ha llamado la atención, fundamentalmente, el siguiente párrafo:
«También ruego que, de no celebrar dichas festividades, me haga llegar una carta manifestando que no celebrará baile alguno.»
Conocen Vds. mi opinión respecto a los impuestos de la «Sociedad General», por lo que no les extrañará que les diga que hay argumentos legales para combatir las pretensiones de los paramilitares que visitan bares y tiendas reclamando el impuesto (este bufete ya tuvo la alegría, allá por el año 98, de ver desestimada una demanda de la SGAE contra uno de nuestros clientes); sin embargo, la frase que antecede no precisa argumentos legales.
Les juro «por snoopy» que ninguna sociedad gestora de derechos (patrimoniales, no seamos cínicos) puede obligar a nadie a que le informe de las actividades que va a desarrollar, y mucho menos de las que no va a desarrollar.
Es más, con toda la credibilidad que me merece la fuente en la que está inspirado este post – que es mucha – creo que se trata de una broma; otra cosa llevaría a que los receptores de la carta presentaran denuncias por «presuntas coacciones» ante el Juzgado de Guardia.
En dos palabras: im-presionante.
Como vengan a mi casa nos van a querer cobrar mas por lo bien que se lo pasan mis niños bailando _su_ música.
Siguen en su línea. Me recuerda una consulta que me hizo un cliente, al que le llegó una carta de la BSA en la que les solicitaban les dieran una relación de los programas de ordenador que tenían instalados, so pena de publicarles en una lista de empresas no colaboradoras e iniciar las investigaciones pertinentes para averiguar si tenían software ilegal. Efectivamente, coacciones.
Vaya. Eso de crear inseguridad y, a cambio de una módica cantidad, ofrecer la solución tiene un nombre feo, ¿no?