¿bitácoras y derecho?
«Pero hombre, si lo que mola es blogs & periodismo!» Y no digo que no, eso del periodismo ciudadano, descubrir que famoso periodista se esconde tras el anonimato de un blog; millones de corresponsales en todo el mundo cubriendo guerras (o cotilleos)…pero hay otra blogosfera, menos endogámica ombliguista; la de millones y millones de personas que escriben poemas que no publicaría ninguna editorial, que nos regalan impresionantes análisis literarios…o que cuentan su vida, o sus más altas y bajas pasiones…millones de blogueros anónimos que postean – muchos a diario – sin saber que cosa sea ésto de los blogs.
El que más y el que menos tiene una hipoteca, o paga un alquiler, o percibe una nómina, o compra un billete de autobús y, en cada actividad que realiza (conducir, trabajar, practicar deporte, hacer shopping ir de tiendas…) está impregnado el Derecho; es como el aire que, de tanto respirar, no somos conscientes de que existe y de que lo necesitamos para vivir; en el caso del derecho, para vivir en sociedad.
En el tono viperino que suele caracterizar mis historias (probablemente por un trauma de la infancia aún sin desvelar) arremetí hace un tiempo contra la trivialidad con que, en ocasiones, nos tomamos nuestro paso por los blogs – con una irresponsabilidad candidez que no nos permitiríamos en la vida desconectada. Apelaba en aquella ocasión a:
…el reto jurídico que significa la red con la proliferación de bitácoras; su indefinición sobre cuales son corporativas, cuales personales…y el tratamiento de los contenidos, y cómo el “aparente” abandono legal respecto al medio (internet) genera el caos, pudiendo – cada vez con más frecuencia – darse situaciones en las que los habitantes de la blogosfera podemos encontrar puntos de fricción, simplemente, por desconocimiento o error.
Las cosas no están mejor desde el lado de los llamados a legislar, impartir Justicia o, «simplemente» defender intereses ajenos.
Decididamente la vida – desconectada – en sociedad sería todavía más caótica de lo que ya es si nuestra actitud al alquilar una vivienda o acceder al mercado laboral fuera la misma que la que tenemos al mantener un weblog, o si los profesionales del derecho tuvieran los mismos conocimientos en urbanismo, arrendamientos urbanos o responsabilidad civil que tienen de bitácoras…¿se imaginan?
La realidad es tozuda.
Recientemente aparecía en «20 minutos» la siguiente noticia:
El desprecio a los ancianos y la familia tradicional
Las cosas de la vida